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República de Palau
La República de Palaos está formada por unas 300 islas, pequeñas setas verdes bañadas por aguas turquesas, playas vírgenes de un blanco níveo arena, y una vegetación tan intensamente verde como exuberante. Su fondo marino es único por sus aguas transparentes, su riqueza en flora y fauna, y por los vestigios de la Segunda Guerra Mundial que aún están presentes, recordándonos lo que no debe repetirse. Es una región del planeta donde confluyen grandes corrientes oceánicas, cargadas de gran cantidad de nutrientes y que atraen a muchos animales. Tiburones, mantarrayas, grandes bancos de barracudas, tortugas e incluso marlines, los peces más rápidos del mar, son habituales en cada inmersión. Pero si hay algo verdaderamente sorprendente, es lo que viene después.
El lago de las medusas
Situado en una de las »islas rocosas», este lago quedó aislado del mar hace mucho tiempo y las medusas que vivían allí quedaron atrapadas para siempre. En su proceso de adaptación al nuevo entorno, sin presas de las que alimentarse ni depredadores de los que defenderse, estas medusas (únicas en el mundo) han perdido su capacidad urticante. ¿Y de qué se alimentan? Pues de lo que encontraron: algas. Este hecho nos permitió disfrutar de una sesión única e impresionante con animales tan raros como fascinantes. Poder tocarlos o que se froten contra tu cuerpo es algo difícil de explicar con palabras.
Peleliu Express
Una experiencia única tanto dentro como fuera del agua, una combinación de paraíso e historia bélica hacen de esta isla una visita obligada. Peleliu fue testigo de una de las batallas más largas y sangrientas de la II Guerra Mundial entre japoneses y estadounidenses. En tres meses murieron 20.000 personas. Es difícil imaginar que en una isla tan pequeña se librara semejante batalla. En tierra, los restos de los búnkeres bombardeados, los tanques y los vehículos anfibios te transportan inevitablemente a aquel momento. Bajo el agua, los hidroaviones y los temidos cazas »cero» japoneses se convierten en un pequeño parque de atracciones para nosotros y en un refugio natural para los peces payaso.
Pero la atracción más especial es un punto concreto donde confluyen dos grandes corrientes oceánicas. Esta vez no podemos quedarnos en la superficie. Todos saltamos al agua de repente y nos sumergimos hasta el fondo del mar (para que la corriente no nos separe). Equipados con un arnés, una cuerda y un garfio, nos anclamos a las rocas, nos soltamos y... ¡a volar! Recuerdo un momento de la inmersión en el que la corriente era tan fuerte que, si giraba la cabeza, me arrancaba el Regulador de la boca. Y fue entonces cuando me di cuenta de que tenía un tiburón a mi lado, mirándome asombrado, como pensando... ¿qué hace este turista ahí pegado a las rocas? Lo que más me impresionó en ese momento fue ver al tiburón, completamente quieto, a contracorriente. Si yo me soltara, la corriente me arrastraría a toda velocidad sin que yo pudiera hacer nada. El tiburón, en cambio, ni siquiera agitaba las aletas. Básicamente "surfeaba" en la corriente. La hidrodinámica de los tiburones es, sin duda, perfecta.
La República de Palaos es una experiencia única que no debe perderse. Se puede explicar, pero es mejor disfrutarla de primera mano.
Manel Montoro